Todos sabemos qué es la plusvalía municipal. Ese impuesto que se paga cada vez que se transmite un bien urbano y que toma como base imponible el valor del suelo.
Un impuesto que hasta día de hoy creaba pocos conflictos. Pero que de un tiempo a esta parte genera situaciones que en ocasiones son de difícil resolución, a saber;
1- AUMENTO EXPONENCIAL DEL IMPORTE A INGRESAR.
Sobre todo en Ayuntamientos que han procedido a la revisión catastral del valor de los inmuebles, v.g. el Ayuntamiento de Palma donde a pesar de la aplicación de una bonificación del 60% la cuota a ingresar supone en muchas ocasiones más del 50% del importe total de los gastos habidos en una compraventa de inmueble.
2- SUJETO PASIVO versus COSTUMBRE.
En este caso, costumbre y derecho no se dan la mano. Años ha, en todas las operaciones de transmisión de inmuebles ambas partes aceptaban de buen grado la costumbre que decía que el adquirente asumía todos los gastos inherentes a la compraventa, inclusive la plusvalía municipal a pesar que la Ley señalaba y señala como sujeto pasivo al transmitente. Esta tendencia se está rompiendo y la determinación de quien paga la plusvalía genera situaciones realmente conflictivas.
3- SI QUIERES INSCRIBIR UNA TRANSMISIÓN, PAGA ANTES LA PLUSVALÍA.
Pero con matices. Si por el motivo que fuera no se puede acreditar el pago de la plusvalía, el Registro puede realizar la inscripción de la finca siempre que el presentante de la escritura le autorice a comunicar el acto jurídico al Ayuntamiento para que éste tenga constancia.
En definitiva, un impuesto hasta ahora pacífico que sin duda genera en la actualidad infinidad de controversias.
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